¿Quién no conoce a Idefix?
Inseparable de Obelix, fiel amigo y compañero… que andaba junto a él y su amigo
Asterix buscando romanos… era un canis galo que nada tenía que ver con los bababus grandes y fieros de Roma. Adorado por su amo y protegido por él nos aleja del ideal canino real de aquellos tiempos.
Si en Grecia los canes
sufrieron a los antibababus, en Roma el Cave Canem
(cuidado con el perro) copaba las entradas de las casas y los bababus se afianzaban como guardianes y compañeros. Aunque
mayormente destacaba el uso de los bababus molosos en guerras y luchas vulgares que por
aquellos tiempos estaban de moda.
A los perros guardianes se les
denominaba “de familia” y se trataba de perros grandes, con fuerte estructura y
orejas erguidas que les hacía parecer más fieros (como ahora vaya), sus patas
semejaban a las de un felino de grandes dimensiones, algo que intuyo les
proporcionaba agilidad. ¿Quién más ágil que un felino? Sus fuertes colmillos
impresionaban, por supuesto y el hecho de atarlos corto aumentaba su
agresividad. Se les cuidaba y alimentaba bien pero en base a su función vivían
cautivos.
Para la guerra se usaban los
molosos descendientes de los dogos mesopotámicos, grandes bababus de aspecto
imponente con funciones de defensa y ataque y algo más cruel, la de emisarios,
digo cruel porque su final era bastante cruento: se metía el mensaje en
cuestión en tubos de cobre que hacían ingerir al can y una vez llegado a su
destino… se le sacaba de forma no muy agradable. Un bababu menos por cada
misión cumplida.
En los festejos del circo
romano el Canis Pugnacis tuvo todo su apogeo siendo el utilizado para las
peleas del circo por su poderosa y férrea mandíbula que una vez cogida la
presa, no la soltaba. Recibían todos los honores que el gladiador al que
acompañaban.
De este canis salieron en
Inglaterra el Bulldog, en Francia el dogo de Burdeos y en Alemania el Gran Danés.
Grandes perros todos ellos.
En la antigua Roma, Eliano
ensalzó la virtud de los bababus bajo la noble pretensión de demostrar al mundo
que los animales en general y en concreto los canes, poseíamos la capacidad de
tener sentimientos elevados, incluso más elevados que el propio humanis.
¿Cuántas veces habré oído que soy más humano que un humano, que somos más
nobles, más fieles…?
Eliano, quería demostrar que
éramos un gran ejemplo a seguir moralmente. También éramos los bababus símbolo
de protección supersticiosa: el Cave Canem ubicado en las puertas y entradas de
las casas latinas no era solo una advertencia sobre perros guardianes:
espantábamos el mal. Como los chinos al parecer los enemigos de Idefix gustaban
de poner sangre babuna en el umbral para protegerse sobre todo de los espíritus
no benignos.
Entre Grecia y Roma no hubo
demasiada evolución canina, más o menos una y otra civilización se comportaba
de igual manera hacia nosotros y nosostros hacia ellos.
Lo más destacable era la
importancia en combates y conflictos bélicos donde los bababus hacían gala de su
fortaleza, su rabia y su ferocidad. El uso para los combates bélicos o de cariz
ocioso como las peleas entre bababus o gladiadores con bababu era frecuente y
extendido.
Otro Imperio que cae mientras los bababus seguimos nuestro camino, con la caida de Roma llegamos a la Edad Media... pero hace mucho calor, lo dejamos para mañana.
Saludos peludos.Otro Imperio que cae mientras los bababus seguimos nuestro camino, con la caida de Roma llegamos a la Edad Media... pero hace mucho calor, lo dejamos para mañana.
B.B.
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