Llegamos a Grecia. Gran cultura que tuvo siglos de esplendor y nos dejó el legado de los grandes filósofos... aunque a los bababus no nos importe y aquí no vayamos a hablar de ello.
Durante este periodo los bababus vivieron su propia odisea, con o sin Homero (no se quien era este tipo pero me han ladrado bien de él) que inmortalizó la fidelidad de los bababus en el fiel Argos, quien al regresar Ulises tras veinte años de ausencia fue el único que le reconoció... ni su esposa ni sus amigos. Su bababu.
A pesar de ello, el término "perro" se convirtió en un insulto. Una palabra utilizada con un alto grado de connotaciones negativas que utilizaban los humanis para descalificarse entre si. En el imaginario griego, que no la tienda infantil que conocemos hoy, decir perro a un humanis era dotarle de una vileza impúdica ya que los bababus estaban considerados como tales seres: impúdicos, faltos de respeto hacia sus congéneres, carentes de decoro, convenidos y aprovechados seres casi del Averno... como el Cancerbero que custodiaba las puertas del Hades... ¿A que venia todo esto? Vaya, parece ser que por "pasar" de los nuestros en favor de los humanis que nos alimentaban y daban cobijo, orinar en cualquier parte y en cualquier parte soltar nuestras deposiciones... y sobre todo por no mantener nuestros actos de perpetuacíon de la especie a escondidas.
¿Surgió el cinismo en esta cultura clásica tan reputada? Ellos... los griegos que presumían de orgías.
Yo entiendo como bababu actual del siglo equis equis palito (XXI) que no esta bien hacerse las cosas en el Partenón. Que hubieran tenido la consideración que tuvieron los egipcios y nos pusieran lugares adecuados.
A pesar de estos pequeños detalles sin importancia, también nos tenían afecto y consideración; claro que si. Vivíamos con ellos y nos dejaban disfrutar de las sobras de sus banquetes (seguro que después de esas celebraciones había otro tipo de fiesta menos decorosa). Les hacíamos la limpieza: dejaban caer lo que no querían al suelo y allí pasaba el bababu aspirador.
Tras ese periodo antibababu, un tal Diógenes, muy majete él, nos devolvió las connotaciones positivas. Revalorizó el término canis convirtiéndolo en sinónimo de independencia y libertad, algo de lo que el humanis no disfrutaba del mismo modo: los bababus llevábamos una vida gozosa en tanto a despreocupación y sencillez. No nos complicábamos la vida salvo que nos la complicaran ellos.
Y pese a las ya citadas desavenencias y que nuestros excrementos formaran parte del abono y mobiliario urbano, los bababus seguíamos siendo los amigos de los humanis griegos. Manteníamos nuestra posición de perros guardianes y protectores y eramos los mejores compañeros de caza. Tareas que desempeñamos desde principios de la domesticación.
Os ladro algo sobre un canis muy importante y querido que salvó a los griegos que celebraban las fiestas en honor a la diosa Afrodita en las explanadas de Corinto. Su nombre era Soter (salvador), y estaba junto a otros cuarenta y nueve bababus vigilando cuando fueron sorprendidos por un ataque enemigo. Solo él sobrevivió, el pobre Soter perdió a sus amigos y aun así, hizo su trabajo y fue en busca de los soldados. Tuvo su recompensa y reconocimiento y fue ornamentado con un collar de plata que llevaba una inscripción que hacía mención a su heroico acto.
Alejandro Magno no solo adoraba conquistar el mundo, también adoraba a los bababus de los que se hacia acompañar y le ayudaban en la lucha. Fue en una de sus batallas donde perdió a su adorado moloso Periles.
También hubo quien inhumo a su canis cuando abandonó este mundo. Ese fue el caso de Jantipa, la mujer de Sócrates que no pudo resistirse a rendir a su mascota dicho homenaje.
Un dato curioso que os ladro, el precio de un bababu podía alcanzar los 7000 dracmas... mas de lo que cuesta hoy un pedigrí... interesante.
En la antigua Grecia los canis mas deseados eran los molosos. Bababus grandes y fuertes, vigorosos y con una musculatura y mandíbula poderosa en su corto morro. De carácter firme pero amigable. Protegían a sus familias y eran grandes luchadores en el campo de batalla.
Si os suena Aristóteles os ladraré que él ostentó el cargo de describir a las razas de entonces entre las que cabe destacar al Epiro, un perro pastor grande y fuerte; los pequeños y juguetones meliteos (antepasados del Bichón Maltés); los perros guardianes de Laconia y los ya mencionados molosos.
Hasta aquí la odisea perruna que nos conduce al Imperio Romano.
Nos ladramos!!
B.B.
Este es un blog sencillo, sin pretensiones, una mera herramienta informativa en la que se hablará de los bababus. Origenes, razas, comportamiento y porque no, anécdotas perrunas. Desde el cariño y con la honestidad del profano que aprende y transmite. ¿Quién mejor para hablar de canes que un can? Pues eso, entre ladrido y ladrido he convencido a Byron para que se encargue de esta ardua tarea. Espero que lo haga de forma amena y divertida para que disfruteis leyendo tanto como él narrando.
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