Hola amigos humanis, ayer os ladré sobre la vista de los bababus; hoy voy a seguir con los sentidos, quizá sabiendo como percibimos, sentimos, oímos... nos entendáis un poquito mas. Dejaré para mañana el olfato, puesto que sin duda alguna, es nuestro punto fuerte.
El oído es el segundo sentido más desarrollado que posee un bababu. Mas fino y sofisticado que el oído humanis, nosotros podemos escuchar sonidos mas lejanos y menos audibles para vuestro oído. Por ejemplo, el sonido se transmite mediante ondas, esas ondas generan vibraciones y esas vibraciones, se miden en Hertzios (Hz). Los humanis pueden percibir sonidos en un espectro de 15 a 20000 de esas unidades; en tanto que los bababus poseemos un espectro mayor que alcanza hasta los 60000. Las frecuencias más altas no son un misterio para nosotros. Eso que conocéis como ultrasonidos y no percibís, a nosotros nos puede resultar molesto. Por eso ciertos ruidos tan caseros como el aspirador, secador o batidora nos resultan especialmente insufribles... yo la batidora no puedo con ella.
Si añadimos que nuestras orejotas poseen 17 músculos para moverse y colocarse de forma que nos permita ampliar ese sonido, pues lo que tenemos entre oreja y oreja se convierte en alta tecnología. Podemos oír las tormentas a kilómetros de distancia, o saber cuando va a llegar alguien conocido minutos antes de que se aproxime porque ya hemos oído sus pisadas por ejemplo. Ladramos a la nada porque escuchamos algo que vosotros no sois capaces ni de oír siquiera (porque no es lo mismo oír que escuchar).
Esta sensibilidad sonora nos convierte en seres hipersensibles a los tonos de voz por ejemplo. No reaccionamos del mismo modo si utilizáis tonos bajos, suaves y serenos que nos transmiten paz y amor que si nos dais voces en tono agrio, utilizando palabras malsonantes; en ese caso nos asustáis. Y cuando chilláis en plan tonto ¡ay ay que se sube! o ¡no saltes! dando vueltas y haciendo aspavientos... primero pensamos que jugáis y luego resulta que no y nos volvéis locos. Así que vigilad un poco el tono, sera mas eficaz, ya os lo ladro yo.
Del sentido del gusto no puedo ladraros demasiado, no le prestamos mucha atención a los sabores ni a la textura. La verdad es que tenemos pocas papilas gustativas, diferenciamos cosas dulces, saladas, agrias y amargas pero no con mucha definición por decirlo de algún modo. Los bababus a través del gusto no obtenemos mucha información. Por eso nos lo comemos todo, bueno lo tragamos. Generalmente engullimos la comida sin pensar mucho en a que sabe. Y eso lo digo yo que a veces hasta parece que saboreo... pero no. Todo es cuestión de narices, si la trufa y nuestro potente olfato nos dice lo que puede o no puede estar bueno. Por eso es fácil darnos gato por liebre... si huele bien, para dentro. Aunque debo decir que por razones extrañas a muchos bababus les gusta el anticongelante, algo que es fatal para cualquiera porque es venenoso, pero resulta que les gusta el sabor. Vaya una paradoja... así que ojo con vuestros bababus.
El tacto en los bababus tampoco es primordial. Nuestros puntos fuertes son las vibrisas, esos pelos largos y duros que sobresalen en algunas partes de nuestra cabeza, como las cejas, el bigote o el mentón. Son tremendamente sensibles y nos proporcionan mucha información, es como si tuviéramos un pequeño radar táctil. Un ejemplo: las ubicadas en las cejas, alertan sobre cualquier cosa que pueda dañar el ojo y este se cierra.
¿Por qué nos encanta rodar por el suelo? Pues fácil, la parte del lomo es la que mayor sensibilidad posee en nuestro cuerpo. Nos mola hacer "croquetas" porque nos alivia, nos relaja... o como es mi caso, nos pica. Si nos acariciáis esa zona, nos ayudáis a relajarnos. Otras partes que ayudan son la parte baja del lomo y la barbilla. Si nos acaricias ahí, nos ganas porque nos indicas que conoces un poco nuestro idioma.
Aunque hay que decir que cada bababu tendrá un mayor o menor sentido del tacto según su tipo de pelaje y que en realidad, es un sentido que usamos para comunicarnos con el entorno y otros bababus. A través de las almohadillas y la trufa percibimos los cambios de temperatura y es con la boca con lo que obtenemos información sobre los objetos. Del mismo modo en que los humanis utilizáis las manos para explorar, nosotros exploramos con el morrete este que tenemos. De ahí que lo mordisqueemos todo cuando empezamos a conocer el mundo.
Y por supuesto, a través de este sentido no especialmente desarrollado, percibimos el frío, el calor, el dolor, cosas agradables o desagradables... todo ello a otro nivel puesto que nuestros umbrales son diferentes.
Pues esto os ladro por hoy, mañana el olfato y pasado... algún bababu interesante.
Saludos peludos!!!
B.B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario