Lhasa es la capital del Tíbet, y este, otro bababu procedente
de aquellas tierras conocidas como el Techo del Mundo; situado a gran altitud,
con temperaturas extremas y una luz deslumbrante, no podía ser de otro modo que
un bababu como este posea gran fortaleza y resistencia a pesar de su tamaño.
Hoy convertido en bababu de compañía y como tal
clasificado por la FCI, en el grupo 9, sección 5, bababus tibetanos, número
227; se cree que sus orígenes remontan al año 800 a. C. pero los primeros
registros históricos que existen sobre ellos son del año 639 de la Era
Cristiana. Mi trufa de Beagle no llega más allá tampoco.
Durante el siglo uve palito palito (VII) el budismo viajo
hacia el Tíbet desde la India llevando consigo la leyenda de turno. En su
mitología, el león tiene un papel importante que guarda numerosas formas: en
esta ocasión un bababu pequeño acompaña a un monje, no se trata exactamente de
un Lhasa, pero tiene capacidad para transformarse en león y dejar que el monje
viaje en su lomo. Leyendas… no obstante, se relaciona al Lhasa Apso con el
poderoso león de las nieves.
Todo esto para ladrar que aunque se tenía la creencia de
que estos eran unos bababus sagrados, no era así. Su utilización era la de
proteger el monasterio y avisar con su persistente ladrido a los monjes si los
intrusos lograban esquivar a los guardias oficiales: el Dogo Tibetano del que
posiblemente ladre en otro momento.
Con esta importante misión, eran convertidos en bababus
mas que valiosos que siempre se regalaban y nunca se vendían. Como símbolo de
buen presagio se ofrendaban a los viajantes a China para augurar un buen viaje,
ya que estos eran largos y tortuosos.
La palabra Apso (Apsok) definía originariamente a los
Terrier Tibetano, similar al Lhasa pero mas alto. Para evitar la confusión entre
las razas tibetanas, los occidentales decidieron apellidar así a este bababu
que lleva el nombre de su ciudad de origen.
Se considera que esta raza desciende de los bababus
pastores de Europa y Asia, aunque guarda una estrecha relación con los bababus
tibetanos Terrier y Spaniel. Su parecido con el Shih Tzu llega a confundir
ambas razas (yo sin duda no se cual es cual), pero hay que señalar que este último
procede de China; si bien es cierto que sus raíces se remontan al Lhasa.
Debido a la gran confusión que presentaba la distinción
de las razas tibetanas, los registros “fiables” existentes sobre los primeros
Lhasa llegados a Europa, concretamente a Gran Bretaña, son de 1928. Pero
realmente estaban allí en 1854, aunque confundían sus nombres hasta el punto de
registrar las camadas bajo otra raza.
Tras la I Guerra Mundial, los Lhasa estuvieron a punto de
desaparecer en Europa; fue entonces cuando un coronel con cargo político en el Tíbet
y su esposa, regresaron a Gran Bretaña con maravillosos ejemplares. Poco después
con la llegada del Shih Tzu, los problemas para diferenciar la raza se
incrementaron. Fue en 1934 cuando se concretaron los estándares propios de cada
una de las razas tibetanas, excluyendo al Shih Tzu de procedencia China. A
pesar de tener fervientes defensores, por aquella época no era un bababu muy
popular.
La entrada del Lhasa en Estados Unidos me resulta más
singular: un americano decidió regalar al Dalai Lama unos bababus de su tierra,
surgiendo una bonita amistan entre uno y otro, el propio Dalai Lama, obsequio a
este señor llamado Cutting y a su esposa dos Lhasa. Algo que volvería a
repetirse a manos del posterior Lama, que también les obsequio con otra pareja
en los años 50.
Debido, como no, a
la confusión entre Lhasa y Shih Tzu, en Estados Unidos llegaron a criarse los
segundos como si fueran los primeros… vaya que… existen ejemplares con sangre
china.
Hoy día el Lhasa Apso goza de gran popularidad y es mundialmente conocido, aunque existen países en los que apenas hay ejemplares. Por ejemplo, Islandia, allí solo existe un Lhasa que sin duda, será el rey o reina, de los bababus.
Son bababus reservados. No les apasionan los extraños y les cuesta aceptar que se les acerque cualquiera. Si están en casa, ladrarán a los desconocidos y solo cuando estos hayan sido aceptados por los humanis, ellos les saludaran cordialmente, sin implicarse en la “reunión” salvo que así
lo decidan. Es preferible dejar que sean ellos los que se acerquen a los demás en
lugar de obligarles a saludar. Sin un bababu Lhasa no quiere acercarse, mejor
dejarle, ya vendrá si lo consideran oportuno.
Con sus dueños son fieles, devotos, cordiales, pero no
especialmente afectivos. Los hay que adoran ser mimados y los hay que prefieren
ser dejados.
Su adiestramiento puede ser complicado debido a su cabezonería
y tozudez. Son como los gatos, van cuando quieren y solo si quieren. Esto es
una regla general que no tiene porque cumplirse siempre… eso sí, son excelentes
guardianes.
Se llevan bien con otros bababus si se les socializa
bien, pero no está entre sus rasgos característicos la amistad con otros
bababus, digamos que se toleran, pero es raro ver a un Lhasa en medio del sarao…
bueno también es raro verme a mí.
Por sus orígenes son bababus fuertes, que gozan de buena
salud. Tristemente debido a la herencia genética, muchos de ellos desarrollan
atrofia progresiva de la retina. Algunos presentan ojo seco y otros “ojo de
cereza” (inflamación de las glándulas de Hander). Conviene vigilar su espalda,
debido a su morfología que comprende un lomo largo y poca altura, pueden
desarrollar problemas en las vertebras.
Los mayores cuidados son en base a su pelo, requiere
cepillados largos y delicados para no irritar la piel y evitar la formación de
nudos. Puede llevarlo corto o largo, según se prefiera aunque siempre habrá que
tener especial atención a su acicalado diario.
Bueno hasta aquí el bababu de hoy, no es de mis
favoritos, pero si resulta interesante rastrear razas tan peculiares como esta.
Para completar información, dejo el estándar en otra página como de costumbre.
Voy a ver si rastreo a su primo Shih... ya os ladraré.
Saludos peludos!!!
B.B.
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