jueves, 15 de agosto de 2013

CUSTODIANDO EL TECHO DEL MUNDO: LHASA APSO

Lhasa es la capital del Tíbet, y este, otro bababu procedente de aquellas tierras conocidas como el Techo del Mundo; situado a gran altitud, con temperaturas extremas y una luz deslumbrante, no podía ser de otro modo que un bababu como este posea gran fortaleza y resistencia a pesar de su tamaño.

Hoy convertido en bababu de compañía y como tal clasificado por la FCI, en el grupo 9, sección 5, bababus tibetanos, número 227; se cree que sus orígenes remontan al año 800 a. C. pero los primeros registros históricos que existen sobre ellos son del año 639 de la Era Cristiana. Mi trufa de Beagle no llega más allá tampoco.
 
 
Durante el siglo uve palito palito (VII) el budismo viajo hacia el Tíbet desde la India llevando consigo la leyenda de turno. En su mitología, el león tiene un papel importante que guarda numerosas formas: en esta ocasión un bababu pequeño acompaña a un monje, no se trata exactamente de un Lhasa, pero tiene capacidad para transformarse en león y dejar que el monje viaje en su lomo. Leyendas… no obstante, se relaciona al Lhasa Apso con el poderoso león de las nieves.

Todo esto para ladrar que aunque se tenía la creencia de que estos eran unos bababus sagrados, no era así. Su utilización era la de proteger el monasterio y avisar con su persistente ladrido a los monjes si los intrusos lograban esquivar a los guardias oficiales: el Dogo Tibetano del que posiblemente ladre en otro momento.

Con esta importante misión, eran convertidos en bababus mas que valiosos que siempre se regalaban y nunca se vendían. Como símbolo de buen presagio se ofrendaban a los viajantes a China para augurar un buen viaje, ya que estos eran largos y tortuosos.

La palabra Apso (Apsok) definía originariamente a los Terrier Tibetano, similar al Lhasa pero mas alto. Para evitar la confusión entre las razas tibetanas, los occidentales decidieron apellidar así a este bababu que lleva el nombre de su ciudad de origen.

Se considera que esta raza desciende de los bababus pastores de Europa y Asia, aunque guarda una estrecha relación con los bababus tibetanos Terrier y Spaniel. Su parecido con el Shih Tzu llega a confundir ambas razas (yo sin duda no se cual es cual), pero hay que señalar que este último procede de China; si bien es cierto que sus raíces se remontan al Lhasa.


Debido a la gran confusión que presentaba la distinción de las razas tibetanas, los registros “fiables” existentes sobre los primeros Lhasa llegados a Europa, concretamente a Gran Bretaña, son de 1928. Pero realmente estaban allí en 1854, aunque confundían sus nombres hasta el punto de registrar las camadas bajo otra raza.

Tras la I Guerra Mundial, los Lhasa estuvieron a punto de desaparecer en Europa; fue entonces cuando un coronel con cargo político en el Tíbet y su esposa, regresaron a Gran Bretaña con maravillosos ejemplares. Poco después con la llegada del Shih Tzu, los problemas para diferenciar la raza se incrementaron. Fue en 1934 cuando se concretaron los estándares propios de cada una de las razas tibetanas, excluyendo al Shih Tzu de procedencia China. A pesar de tener fervientes defensores, por aquella época no era un bababu muy popular.

La entrada del Lhasa en Estados Unidos me resulta más singular: un americano decidió regalar al Dalai Lama unos bababus de su tierra, surgiendo una bonita amistan entre uno y otro, el propio Dalai Lama, obsequio a este señor llamado Cutting y a su esposa dos Lhasa. Algo que volvería a repetirse a manos del posterior Lama, que también les obsequio con otra pareja en los años 50.

Debido, como no,  a la confusión entre Lhasa y Shih Tzu, en Estados Unidos llegaron a criarse los segundos como si fueran los primeros… vaya que… existen ejemplares con sangre china.

Hoy día el Lhasa Apso goza de gran popularidad y es mundialmente conocido, aunque existen países en los que apenas hay ejemplares. Por ejemplo, Islandia, allí solo existe un Lhasa que sin duda, será el rey o reina, de los bababus.
 
Son bababus reservados. No les apasionan los extraños y les cuesta aceptar que se les acerque cualquiera. Si están en casa, ladrarán a los desconocidos y solo cuando estos hayan sido aceptados por los humanis, ellos les saludaran cordialmente, sin implicarse en la “reunión” salvo que así lo decidan. Es preferible dejar que sean ellos los que se acerquen a los demás en lugar de obligarles a saludar. Sin un bababu Lhasa no quiere acercarse, mejor dejarle, ya vendrá si lo consideran oportuno.

Con sus dueños son fieles, devotos, cordiales, pero no especialmente afectivos. Los hay que adoran ser mimados y los hay que prefieren ser dejados.

Su adiestramiento puede ser complicado debido a su cabezonería y tozudez. Son como los gatos, van cuando quieren y solo si quieren. Esto es una regla general que no tiene porque cumplirse siempre… eso sí, son excelentes guardianes.

Se llevan bien con otros bababus si se les socializa bien, pero no está entre sus rasgos característicos la amistad con otros bababus, digamos que se toleran, pero es raro ver a un Lhasa en medio del sarao… bueno también es raro verme a mí.

Por sus orígenes son bababus fuertes, que gozan de buena salud. Tristemente debido a la herencia genética, muchos de ellos desarrollan atrofia progresiva de la retina. Algunos presentan ojo seco y otros “ojo de cereza” (inflamación de las glándulas de Hander). Conviene vigilar su espalda, debido a su morfología que comprende un lomo largo y poca altura, pueden desarrollar problemas en las vertebras.

Los mayores cuidados son en base a su pelo, requiere cepillados largos y delicados para no irritar la piel y evitar la formación de nudos. Puede llevarlo corto o largo, según se prefiera aunque siempre habrá que tener especial atención a su acicalado diario.

Bueno hasta aquí el bababu de hoy, no es de mis favoritos, pero si resulta interesante rastrear razas tan peculiares como esta. Para completar información, dejo el estándar en otra página como de costumbre.
 
Voy a ver si rastreo a su primo Shih... ya os ladraré.
 
Saludos peludos!!!
 
B.B.

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