miércoles, 7 de agosto de 2013

PUG, EL BABABU CARLINO


Otro bababu de compañía por excelencia. De morro chato y cara redonda, dicen que su expresión es la que más se asemeja a la del humanis, y es cierto que si observas a un Pug, tiene un sinfín de expresiones en su haber. Esos ojos redondos que parecen botones tienen por igual el mismo campo visual que un humanis y ello debido a la morfología de su cabeza. La primera vez que vi uno, me asustó. Me daba miedo porque gruñía continuamente o eso pensé… ahora sé que es su respiración jadeante y el calor lo que hacen que parezca un bababu cansado y cabreado. Nada más lejos de la realidad.

Clasificado por la FCI en el grupo 9, bababus de compañía, sección 11, molosos de talla pequeña, número 253, la historia de este molosito conocido como Pug, Doguillo o Carlino (esto en memoria de un actor del siglo equis uve palito palito palito (XVIII)), se remonta en dos vertientes posibles, al Extremo Oriente. Una lo sitúa 1000 años a.C. y otra como 1730 años después.
Mi trufa de Beagle, rastrea la primera teoría sobre este bababu que era muy respetado por la nobleza china que lo valoraba sobremanera. Y me lleva a una pequeña localidad de Catón conocida como Gullin, donde podían encontrarse custodiando las puertas de los templos en forma de estatuas forjadas en metales nobles. También eran considerados como un regalo muy valioso y su cría se llevaba a cabo en lugares sagrados.

Según la tradición se ladra que en una ocasión, encontrandose el emperador Ming jugando su partida de ajedrez, momento en que no podía ser interrumpido, su carlina se despertó juguetona de la siesta y la emprendió con el tablero, tirando todas las piezas. En lugar de provocar las iras de su amo y el consiguiente castigo para la bababu y su cuidador, consiguió que riera a carcajadas.

Parece ser que no se dejaban ver fuera de palacio por su carácter sagrado y tenían sus propios sirvientes, ¡que suerte!

No obstante como toda moda, su época de esplendor decayó y en el siglo equis palito palito (XII), los doguillos sucumbieron a la decadencia. No fue hasta tres siglos después que se tiene nuevamente constancia de su existencia.

Aun no se han probado realmente sus orígenes, pero se cree que pueden ser resultado de los Ha-pa y perros leones; o de antepasados asiáticos y helénicos (griegos vamos). Aunque también se rumorea que lleva sangre de Pekinés y algún molosillo.

La segunda teoría que sigue mi trufa de Beagle me sitúa en el año 732, donde se confirma sin más, la existencia de un bababu de Corea llamado Sachuan Pai, braquicéfalo y de tamaño compacto, que fue enviado a Japón.

Desde estos lugares se llevó por toda Asia y se afincó en Rusia donde tuvo una enorme aceptación.

Se deduce que a España llegó en el siglo equis uve (XV) como regalo para la reina Isabel. En el siglo equis palito equis (XIX) fue rebautizado como Carlino en Italia dado el parecido de la máscara que utilizaba el conocido actor Carlín Bertanazzi para emular a Arlequín, con la que luce siempre nuestro singular amigo. Acogido por la alta burguesía italiana que hizo mucho por proteger la raza y afianzarla.

En Holanda fue considerado un héroe por despertar a Guillermo I mientras dormía sin darse cuenta de que se iba a perpetrar un ataque contra su campamento. Adoptado como bababu oficial por la casa de Orange, se cree que de allí procede su otro nombre: Mops. Que no quiere decir mopa, si no refunfuñar. Y es que el bababu Carlino parece andar siempre refunfuñando.

Se instaló en Francia de la mano de la corte de Luis XVI; y un Carlino fue quien acompaño a María Antonieta a la guillotina… eso dicen al menos. Y es que un Carlino, se pega a su dueño y no lo deja hasta la muerte.

En Inglaterra fue donde se han cumplido las expectativas de todo bababu, obtener un estándar. No fue hasta 1887, pero los ingleses ya fundaron un club en 1883 y reconocieron el color negro como natural en la raza.

Son bababus muy sociables, graciosos, divertidos… y muy testarudos. Será por ello que su cabeza es mayor que su cuerpo. Su lema “multum in parvo” les viene al pelo. Mucho en poco son estos bababus, brutos por naturaleza y también comilones como yo. Son fáciles de socializar pero no tanto de entrenar pues aprenden lo justo, no sé si por falta de inteligencia o exceso de ella… si es que al final se está mejor viviendo del instinto y la independencia que de la obediencia. Sin embargo estos bababus son muy dependientes de sus amos. Les gusta más estar a sus pies, o sobre ellos que en el suelo y la distancia. Si pudieran estar en el regazo serian muy felices.

Se les debe acostumbrar a hacer ejercicio pues son propensos a los gramos de más y lo toleran bien siempre y cuando tengas atención a sus características físicas. Respiran peor que otros bababus y refrigeran su cuerpo también peor, por lo tanto hay que vigilar que no se sobrecalienten.

Su salud puede resultar complicada, como ocurre con los bababus miniaturizados. Tienden a arañarse la cornea, producirse ulceras o pincharse en la cuenca de esos ojillos redondos. También su mini nariz y su morro chato le acarrean una serie de consecuencias respiratorias que habrá que vigilar si se adquiere un Pug. La piel y sus pliegues les hacen propensos a sufrir problemas de alergias o cutáneos. Y como no, por su morfología, también pueden sufrir problemas bucales.

Si es que estos bababus requieren mucha atención particular…de ahí que sean tan mimosos. Pero no conviene asustarse, no siempre y no todos los Carlinos son tan delicados. Además compensan con su gracia natural y su amor, cualquier tipo de defecto.
 
Y con esta foto de mi amigo Bruce el Carlino, os dejo hasta mañana. El estándar... en otra página.
 
Saludos peludos!!!
 
B.B.

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