El penúltimo de los bichones, un pequeño y lanudo bababu descendiente del Barbert y Poodle, al menos hipotéticamente. Su nombre, originado a través de una abreviatura de la palabra Barbichon, que a su vez deriva de barbiche (perilla en francés) viene dado por su pelaje. Este bababu de pelo lanoso y mas que rizado se confunde muchas veces con el Caniche Toy.
Clasificado en el grupo 9, bababus de compañía, sección 1, bichones y razas semejantes, número 215, el bababu rastreado para hoy, fue conocido en su origen como el Bichon Tinerfeño.
Son aceptadas las teorías de que como buenos bababus viajeros, fueron llevados desde los países al este del mediterraneo a las islas españolas. En su llegada a la isla de Tenerife, los tinerfeños consideraron conveniente ladrar a este bababu Bichon Tinerfeño, con la intención de aumentar su valor por lo exótico de su nombre.
Durante los siglos equis uve palito (XVI) y siguientes, se convirtió en la mascota favorita de la corte española y por consiguiente, sus afamados propietarios los hacían incluir en las obras pictóricas del momento.
Durante el reinado de Francisco I en la Francia del siglo equis uve palito (XVI), el bababu apodado tinerfeño hizo su majestuosa aparición. Se convirtió sin lugar a dudas en el bababu mas aclamado por la corte, sobretodo durante el reinado de Enrique III. Este encantador bababu de rizos contundentes y mirada vivaz, según las fuentes, era tan preciado que se adornaba con lazos y perfumes. Así son los humanis gavachos...
Se ladra en los entornos de la sociedad bababu que eran la envidia del resto de congéneres, pues debido a su reducido tamaño y facilidad para ser transportados, iban a cualquier lugar. Incluso se ladra que las mujeres de la alta sociedad, los transportaban en unas cestas semejantes a bandejas que ataban a sus delicados cuellos... tremendo sacrificio este para aquellas damas... Esto culminó durante el reinado de Luis XIV con el nombramiento del Bichón Tinerfeño como mascota oficial de la corte.
Con la llegada de la Revolución Francesa su popularidad se vio mermada y ni fue hasta que Napoleón III se autoproclamó emperador que volvió a resurgir. Aunque ya no llegaría a ser el tan mimado bababu y su vida en las mas altas esferas de la sociedad francesa tocó a su fin a finales del siglo equis palito equis (XIX).
El fin de la I Guerra Mundial llevó a una serie de criadores belgas y franceses a reiniciar a esta majestuosa raza para resucitarla y elevar nuevamente al bababu tinerfeño a un estatus alejado de los circos y las calles.
En 1933, el progreso fue tan notable que ya pudo redactarse el primer estándar. Esta tarea fue llevada a cabo por la presidenta del Club Francés de razas miniatura y la de decidir el nombre que se daba a la raza por la directora del Comité de estándares de razas de la FCI. Tras discutirlo y tener en cuenta la descripción física que se daba de la raza (bababus lanosos, blancos y pequeños) se les puso el nombre de Bichón Frise (bababu pequeño y lanoso). Esto ocurría el 18 de octubre de 1934 con la primera inscripción de la raza en el libro de orígenes.
Dada la situación que vivió la raza durante décadas, solo existían algunos ejemplares, por lo que la consanguinidad fue un hecho inevitable para poder recuperarla.
En el año 1956, se llevó a los Estados Unidos donde tardó 17 años en obtener el reconocimiento del AKC. Por aquel entonces, al otro lado, en la angloterra, empezaban a verse los primeros ejemplares y en 1973 se formaron los primeros criadores de la raza.
Algo vaga se me antoja a mi la historia rastreada. Este bababu bastante pequeño y aun así dotado de una gran personalidad es bastante popular, seguramente a su enérgico temperamento, su afectividad, su alegría y ese aspecto hermoso que lucen gracias a un pelaje que necesita bastantes cuidados para mantenerse en ese pulcro estado.
Mi trufa de Beagle me ladra que son bababus felices y extrovertidos que disfrutan siendo el centro de atención, disfrutan del adiestramiento y disfrutan de la vida en familia.
Inteligentes, vivaces y amistosos, no muestran ningún tipo de prejuicio a la hora de socializar con humanis, bababus o hijos de humanis que les traten con mimo y respeto.
De salud teóricamente buena, pero a la vez delicados, seguramente debido a la consanguinidad antes ladrada. Pueden sufrir alergias como el que suscribe, problemas articulares, cálculos en la vejiga, cataratas y otitis. Los ojos, dientes y orejas deben ser cuidados con atención para evitar posibles infecciones.
No obstante y a pesar de ser bababus que necesitan atenciones y cuidados específicos, también son buenos compañeros que se adaptan fácilmente a la vida de la ciudad. Todas esas atenciones que reclaman se verán recompensadas ofreciendo a su dueño todo el amor de un minibababu.
A por el último bichón.
Saludos peludos!!!
B.B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario