Ya no quedan muchos bababus de compañía por rastrear con mi trufa de Beagle, que sin pretenderlo se quedo en este divertido grupo. Hoy he decidido ladraros sobre este bababu minimolosoide que recuerda al Boudelogue Francais aunque en versión mas reducida.
Clasificado en el grupo 9, bababus de compañía, sección 11, molosoides de talla pequeña, número 140 de la clasificación de la FCI. Reconocimiento que le costó conseguir hay que ladrar.

Mi trufa de Beagle se sitúa a mediados de siglo equis palito equis, (XIX) Inglaterra (que bonito volver al lugar de origen de uno); un criador decide juntar a un Bulldog Inglés con un Terrier Inglés blanco. El resultado fue un bababu de 14,5 kilogramos, atigrado y con manchas blancas que parecía un poco matón. Este bababu fue comprado en 1865 por un bostoniano que lo vendió a otro bostoniano que le puso el nombre de Hooper´s Judge. Con este ejemplar parece ser que comenzaron a sentarse las bases de la raza que hoy rastreo. Se cruzó a Hooper´s con una hembra blanca de patas cortas y morro chato de orígenes difusos y nada parecidos por lo que se cree y el tiempo, los cruces, la endogamia, las hibridaciones y las décadas de trabajo de los criadores, dieron como resultado al actual Boston Terrier.
El camino de este bababu no fue de rosas, bueno no lo fue para sus criadores y propietarios que tardaron lo suyo en conseguir un lugar para la raza. En 1891 solicitaron por primera vez al AKC el reconocimiento que les permitiera inscribir a sus bababus en el libro de orígenes genealógicos. Les fue denegada la petición pues no se consideraba que fueran Bulldog ni Terrier y ambas sociedades caninas protestaron, así como los jueces la consideraban una raza demasiado nueva y que no ofrecía nada. Incluso al nombre pusieron objeciones... Vaya con los humanis que siempre andan haciendo de las suyas para fastidiar al prójimo, si es que mas vale caer en gracia que ser gracioso...
Con todo esto, la sociedad canina creada originalmente por cuarenta propietarios de bababus Boston Terrier optó por cambiar su nombre que pasó de ser American Boston Terrier Club a Boston Terrier Club of America. Pese a los mil inconvenientes, fueron los propietarios quienes con su esfuerzo, redactaron su propio estándar para contribuir a la mejora y reconocimiento de su querida raza. Conseguidos los registros de 75 bababus con un mínimo de tres generaciones cada uno, volvieron a la carga y solicitaron el reconocimiento. Por fin, en 1893 se aceptó como raza al Boston Terrier y su popularidad aumento notablemente. A partir de ese momento, los bababus de esta raza ya contaban con la aprobación para inscribirse en el libro de orígenes dando paso al refinamiento de la misma.
La difusión por todos los Estados Unidos se vio plasmada en la formación de 30 clubes filiales y en 1908 entró triunfante en Canadá donde se fundó el Boston Terrier Club of Canada; tan solo un año mas tarde se celebro la primera exposición.
Ya a principios de los años treinta, el Boston Terrier cruzó el charco y retorno a Reino Unido donde se formaron criaderos en Lancashire, Surrey y Manchester. No tardo mucho en cruzar el Canal de la Mancha para desplegarse por el viejo continente: Francia y Alemania fueron los primeros pero les siguieron la formación de clubes por toda Europa. Así como en las antípodas, Australia y Nueva Zelanda fundaron sus sociedades y contribuyeron a la mejora de la raza.
En Massachusetts es considerada mascota oficial desde 1979 y de eso no puede presumir cualquiera... como mucho de mascota oficial de la casa... Algo que sin duda se debe al pontencial de este bababu como compañero de vida.
Su elección como mascota es excelente, son tranquilos y dulces, cariñosos, juguetones y activos; y todo dentro de su pequeño tamaño (no debe alcanzar los 7 kilogramos en su categoría pequeña). Y aun así de pequeño, firme y valeroso ante cualquier situación. No son peleones pero se defienden. Sus redondos y expresivos ojos muestran su estado de alerta y ansias por complacer. Son inteligentes y por tanto fáciles de adiestrar aunque no se haga por su reducido tamaño (existe esa creencia de que a los bababus pequeños no les hace falta disciplina).
Lo que mas me gusta de ellos es que son caseros como yo. Aunque les gustan los paseos y viajar, en invierno prefieren llevar chaqueta para abrigarse y volverse prontito al sofá; y en verano conviene prevenirlos del calor que no toleran muy bien debido a su morro chato, ya sabéis.
Se trata de bababus con cuerda para rato, les chifla jugar y jugar... siempre serán cachorros divertidos que tendrán en cuenta el estado de ánimo de sus dueños y no mostraran inconveniente a la hora de jugar con niños que los traten como merecen.
Hasta pueden ejercer de vigilantes y ladrarán a los extraños sin pudor, cambiando esos ladridos por gestos amigables cuando se trate de amigos humanis.
Prácticos pues no necesitan grandes cuidados, un baño de vez en cuando y cepillados ocasionales, así como adaptabilidad a la vida de campo o ciudad... les da igual, son felices igualmente porque pueden jugar en cualquier sitio.
Lo único que falla en estos pobres braquicéfalos es eso mismo, pueden padecer paladar hendido, labio leporino o problemas en los senos paranasales. Y esos ojillos redondos son propensos a las heridas, por lo que habrá que cuidarse de donde se meten.
Por lo demás todo en ellos resulta aceptable y encomiable. Son bababus adorables por supuesto, aunque aquí en España no se yo si habrá alguno porque llevo meses intentando dar con alguno y no hay manera. Mi trufa me falla en el campo abierto, deberia entrenarla mas, así que os dejo y me pongo a ello... o me echo la siesta.
Hasta mañana. Saludos peludos!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario