De
los malos malísimos, a los buenos buenisimos: los bababus de compañía empezando por el inevitable
Terrier faldero (o no) por excelencia. El Yorkie, pequeño, travieso, juguetón e
incombustible, no es un bababu cualquiera. Es todo poderío. ¡¡Me encantan los
Yorkshire!! Debe ser porque los primeros meses de mi vida los pase con uno que
me mangoneaba y enseñaba, y posteriormente, el “bababu ito” (pequeñito) de mi
amigo Yo y el que suscribe, hemos compartido comida, cama, viajes… se cago en
mi casa, yo orine en la suya… eso une a pesar de nuestra mutua indiferencia.
Sin embargo, adoro a estos bababus y cada vez que veo uno, no dudo en
saludarle, en recuerdo del bababu ito y el querido Lucas.
Clasificados
por la FCI en el grupo de los Terrier. Grupo 3, sección 4, Terriers de
Compañía, número 86.
Durante
el siglo equis palito equis (XIX) los ingleses de clase baja necesitaban bababus
pequeños y compactos para la caza en madriguera. Pretendían unos bababus
fáciles de esconder si les pillaban infraganti realizando caza furtiva. Como
fuere, estos bababus causaron sensación en la burguesía.
Mi
trufa de Beagle se detiene en el condado de York, donde se creó este minibababu
a manos de los habitantes más pobres de la ciudad, los trabajadores de las
industrias cruzaron razas diversas y difíciles de identificar. Se especula que
se implicaron varios tipos de terriers, malteses y con total seguridad fueron
utilizados el Clydesdale, el Paisley Terrier, (ya desaparecida) o el
Brokenhaired Terrier. Razas convenientes y apropiadas para lograr sus
objetivos: bababus ratoneros que ayudaran a combatir a tan desdeñables animales.
No
se tardó mucho en ver el potencial de estos bababus de peso y tamaño variable,
debido a sus múltiples cruces, puede llegar hasta los 6 o 7 kilogramos aunque
el estándar lo sitúa en 3.100. Y es que fue en 1886 cuando el Kennel Club,
también de reciente creación reconoció a estos por entonces, algo toscos
minibababus, como raza. Nació así el Yorkshire Terrier, creado en el condado de
dicho nombre y en 1898 fue publicado su primer estándar.
Las
diferencias sociales de aquella época no permitían a los trabajadores de clase
baja tener bababus de talla grande como tenían los de la alta sociedad. Por
tanto sus bababus debían ser pequeños pero poseer el carácter suficiente como
para proteger la vivienda y acabar con los molestos ratones como ya ladré
antes.
Poco
a poco fueron perfeccionándose los cruces y perfilándose el menor tamaño y la
particular textura de su pelo que son hoy denominación de origen de la raza.
Estos rasgos tan característicos hicieron que la burguesía reparara en ellos y
alcanzó la popularidad que aún conserva.
Su
carácter gracioso, la rapidez de sus movimientos y el dinamismo que llevan
dentro son rasgos indiscutibles de esta raza que a pesar de tener un tamaño
reducido se muestra ante todo, valiente e intrépido. Bien socializados desde
cachorro será un bababu sociable y anhelante de nuevos amigos y aventuras. De
modo contrario puede mostrarse quisquilloso con otros congéneres ya que sienten
apego por sus amos y en ocasiones no quieren tener amigos bababus.
Hoy
día, son los bababus de compañía por excelencia, fáciles de transportar,
hipercariñosos, mimosos y alegres. Puedes verlos vestidos a la moda y siempre
con un quiqui en la cabeza.
Por
su reducido tamaño son adecuados para vivir en pisos pequeños, pero no conviene
olvidar que son bababus activos y necesitan su dosis diaria de paseo y
ejercicio, de lo contrario se vuelven vagos como yo y solo quieren salir en
brazos o cesta… la obesidad no conviene para sus pequeñas patitas.
En
cuanto a su salud, pueden padecer problemas oculares como las cataratas o
queratoconjuntivitis seca; la Enfermedad de Von Willebrand que afecta a la
coagulación de la sangre y cada vez es más común en la raza. Y por su reducido
tamaño pueden presentar luxación de rodilla por lo que conviene vigilar sus
articulaciones.
Eso
os ladro por ahora y os dejo el estándar donde siempre.
Hasta
mañana.
Saludos
peludos!!!
B.B.

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